El ayuno es un acompañamiento al sacrificio que vivió Jesús al ser flagelado y crucificado. Consiste en hacer una sola comida de peso. En tiempos recientes, ese acto se realiza únicamente el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, cuando según la tradición, el hijo de Dios fue crucificado.
Respecto a las costumbres católicas de no comer carne, hay diferentes versiones que no están sustentadas en la Biblia. Santo Tomás de Aquino desarrolló al respecto en el documento Summa Theologica:
“El ayuno fue instituido por la Iglesia con el fin de poner freno a las concupiscencias de la carne, que consideran a los placeres del tacto en relación con la comida y el sexo. De manera que, la Iglesia prohibió a los que ayunan a participar de los alimentos que brindan más placer al paladar, y además son un gran incentivo para la lujuria. Tales son la carne de los animales que toman su descanso en la tierra, y de los que respiran el aire y sus productos”.